jueves, 21 de octubre de 2010

Carta a la Argentina

Hoy abrí mi pasaporte y mi nacionalidad me invitó a pensar en ciertos aspectos de mi país.
Hay tantas perspectivas desde donde abordarlo y sin embargo no encuentro ninguna que lo justifique.
En mi cajón tengo 3 pasaportes, dos claramente vencidos y el actual. Otra gente, y no necesariamente de escasos recursos, no puede siquiera acceder a tener uno.
En la Argentina no tener pasaporte es lo que menos afecta. De hecho los viajes transcurren igual, solo que el limítrofe es nuestro país.
Preguntenle sino a los secuestradores de Matias Berardi, si el hecho de que éste se haya escapado y lo hayan visto 15 personas, los retuvo de, luego de agarrarlo nuevamente y pasar la noche con el, viajar de Benavidez a Campana y matarlo.
Berardi era joven, tenia un futuro...pero no porque jugaba al Rugby, vivía bien y tenia amigos, sino porque no le daba miedo construirlo.
Sin embargo pareciera ser que el terror de las demás calles, es un sentimiento que egoístamente deja sobrevivir a unos pocos.
Dante Alighieri en “La Divina Comedia” describe, dentro del infierno, el cerco 0: “El Antiinfierno”. En éste se castiga a los indiferentes, a los que nunca se jugaron por nada ni por nadie. Nunca eligieron, y por esta opción, su castigo era estar atascados ahí dentro.
A veces me pregunto si este cerco representa la Argentina, y si todos nosotros somos esos indiferentes que la habitan.
Me siento triste, desilusionada, y todavía no viví lo suficiente como para estarlo.
Todavía no soy abuela para sentir lo que siente Hebe de Bonafini cuando dice lo que dice. Pero la veo a mi abuela esperando sentada que le aumenten su jubilación.
Tampoco estoy preparada para ser madre...pero de todas formas cuestiono cuántos Isidros habrá que perder para que a Scioli le desaten las manos.
Todos nos creemos que somos intocables, hasta que nos tocan y nos damos cuenta que somos un número más. Y el día que nos tocan, los siguientes intocables más cercanos se sienten tocados y recién ahí se acuerdan de hacer ruido.
Cuándo se va dejar de trabajar en las cosas que pasaron para planificar que no pasen?
La venta y distribución de los derechos humanos no es Papel Prensa. Con los desaparecidos, la Amia y Cromañon se está en deuda, pero con los que todavía estamos también.

lunes, 16 de agosto de 2010

Avenues

No tengo el síndrome de Peter Pan ni mucho menos pero por momentos me pregunto cual es el exacto momento en que uno deja de decir “cuando yo sea grande”.
Lo bueno de ser chico es que uno tiene la libertad de predecir, cuando creces solo te queda la inevitable elección de vivir lo que te toca, sea o no la predicción que construiste.
No entiendo cuando se empieza aceptar que las cosas son como son, ni tan complicadas, ni tan simples, llanas, devastadoras, inútiles.
¿Es un día el que te despertas y te dejas de asombrar? ¿Es ese mismo día en el que el crimen, delito, catástofre te son indiferentes?
¿Porque se considera tan imposible un nuevo Borges en la literatura contemporánea?
¿Porqué la gente sigue repitiendo que ya no existe música como los Beatles, Redondos y Rolling Stones?
¿Realmente no hay nada más copado por crear?
Ya no hay tiempo, no el de antes, las horas son las mismas pero se invierten de manera diferente.  Las películas ya no se ven dos veces, los papas dejaron de intentar ser más papas para ser mas hombres, los chicos ya no van a los autitos chocadores porque tienen que ir a la psicopedagoga.
Y la realidad se encuentra desvirtuada, fraccionada en prioridades extrañas. Todo es moda, tendencia…lo que hace que las nefastas madres vistan a sus hijitas de 3 años iguales a ellas.
Ya Orson Welles con el ciudadano, nos había demostrado la dimensión de poder que tienen los medios de comunicación, como cada uno construye la noticia en la forma que quiere. ¿Pero esto nos da derecho a no creer en nada? Hoy ya nadie confía en Clarín ni en el gobierno, ninguna institución, organización abandona su interés personal por el general.
Nadie quiere tomar responsabilidad por nada, todos tratan de zafar, de ser mediocremente feliz. Los argentinos deportados desde Estados Unidos siguen intentando entrar a dicho país, la gente sigue comprando plasmas nada más que por que se los financian en cuotas, todos quieren y creen trazar una diferencia de los demás pero somos iguales.
A pesar de saber bien lo que queremos, dudamos. Robé de un guión una frase muy cierta: “las dudas ocupan demasiado espacio en la cabeza”. La indecisión es engañosa, forzosa, producto de la variedad de alternativas que se presentan y lo más frustrante es el abismo que existe entre éstas.  Hoy nadie tiene el privilegio de elegir por vos, entonces optas por escuchar lo que los demás harían, lo que siempre resulta racionalmente bien.
Y la vida termina siendo tan planeada, y nosotros tan soberbios que creemos manejarla pero después aparecen circunstancias que te hacen replantearte el sentido de tu mapa. Vas a un entierro y están todos pensando en cualquier cosa menos en el muerto, pero de pronto haces zoom y ves aquella persona que de verdad lo llora, ves dolor del que se personifica pocas veces. Es ahí cuando te das cuenta que el mundo no pudo haber sido creado por el Big Bang, y que no es necesario semejante explosión, fusión como para sentir algo.
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viernes, 16 de abril de 2010

ALGO QUE NO TOLERO


Estuve pensando seriamente en las cosas que me indignan y entre ellas: lo que piensan, lo que hablan, lo que saben y no dicen, los que se dan cuenta y se hacen, los intolerantes y sobre todo las personas como yo. Soporto casi todo, menos todo eso.
Hoy leí una nota en La Nación  sobre un planteo que hacía el escritor Guillermo Martínez acerca de la actitud que esta tomando la clase media de la Argentina hacia el gobierno Kirchenrista. No se preocupen, no es la política una de las cuestiones que no me deja vivir, es sólo una introducción. De hecho “no la entiendo” como repiten muchos nabos,  y poco y nada me importa.
El narrador argentino plantea un odio irrazonable hacia el gobierno por parte de la sociedad. Y dentro de su análisis me quedó una idea suya dando vueltas: “la gente tiende a descreer de las explicaciones más sencillas y lógicas y, en cambio, cree con facilidad historias de poderes ocultos que conspiran para producirlos. Esa creencia genera la sensación de que uno es un iluminado y no un ingenuo, como todos los que compran la versión oficial”. Sacando de contexto esta frase y transportándola a mi cerebro , voy a explicar que es exactamente lo que no me permite convivir con los seres humanos.
Me pasa un poco esto de imaginar hasta lo imposible con tal de no confiar en lo que se me dice. Rebusco, rebusco hasta hacerme la novela policial perfecta, un desgaste no saben, ni siquiera la escribo. Lo peor de todo es que cuando una realidad horrorosa se presenta entre líneas, no la sé leer. La ingenuidad es una cualidad que me concierne.
Mi mente esta llena de bolsas de basura, la información se conecta a través de camiones recolectores. Los chóferes se parecen todos a Doña Florinda, la chusma número uno de los vecindarios. Y una vez finalizado el trayecto de la basura por la croca, todo se recicla: las bolsas grises se pintan de negro, la basura se ensucia más y todo se vuelve más feo. Las vías de distribución de la materia prima se encuentran manejadas por el gato de Agostina  en el país del paco. Todos las ideas que entran en mi cabeza se entremezclan y oscurecen gracias a mis filtros psicomáticos. 
Ya explicado el funcionamiento del globo terráqueo, paso a relatar como veo todo y a todos. Resumiendo no creo en nada de lo que no cree Shakira. Nunca me supe el credo de memoria, siempre tararee a la par de los que lo pronunciaban sin respirar. Tengo un problema grave, más allá de mi hambre de creencia. Soy una observadora maliciosa, escucho, miro, y en dos segundos encuentro el doble sentido a todo comentario que se hace. La videncia me deja ver más allá de lo que quiero ver. Me doy cuenta de cosas que los demás no se dan cuenta, y cuando pregunto: “¿viste que funalito dijo tal cosa cuando vos Hiciste tal otra?” y todos se me quedan mirando como si las doñas Florindas salieran y se personificaran.  La gente me contesta: “hay estás loca, vos te haces demasiado la cabeza, yo ni estaba prestando atención”. Claro, pero después cuando se los compruebo me dan la razón. El tema es que sólo pocas veces logro comprobarlo.
Doy un ejemplo clave: era un día de semana, volvía de una entrevista en una agencia de publicidad e iba camino hacia la agencia donde trabajaba, la cual era competencia directa. Llegué y fui a saludar normalmente a mi jefa, me miró raro (pensé ésta sabe que vengo de ver al contrincante). Me fui a mi oficina con la cola entre las patas, como suele hacer mi perro cuando sabe que se mando una, y les comento lo que pienso a mis compañeras del trabajo. Estamos hablando de compañeras íntimas, desde antes de entrar al trabajo, así que si están pensando que fueron ellas: ya lo pensé, pero no. En fin, ellas me dijeron que yo estaba loca, que empiece a hacer yoga. A los pocos días, en el medio de una discusión con la yegua, me lo tira en la cara.
Vivencias como estas, 1 por mes. Me doy cuenta de que el diariero versea a mi vieja, que la chica que trabaja en casa va a  matar a mi perro, que dos amigas se miraron y se rieron porque se dijo algo conectado al secreto que sólo ellas comparten, qué se comentó cuando me fui de un lugar, traduzco todo tipo de idiomas indirectos, se todo lo que va a pasar y aún así no lo puedo evitar.
Muchos pensarán que- como explica el escritor- me creo más inteligente que las personas pasivas que solo distinguen la primera versión. Pero esta inteligencia me hace ver muertos en el jardín.
Diiiios, ni tan importante, ni tan polémica. Paranoia indescifrable, siempre soñando lo mismo: me caigo y no me levanto. Ah pero queeee original, ahora sí. Dudo de mis propias palabras, es más se que ahora están pensando: “¿y ésta? ¿que se hace la rara?”. ¿Saben lo enfermizo que es, adivinar de lo que alguien va a hablar solo porque pone un tono determinado de voz? ¿Ir al psicólogo y analizarlo yo a él? Le dije a mi tía: “no voy a ir más al psicólogo, no me mira a los ojos cuando digo cosas tristes” y al siguiente día me manda al diván, que quede claro: De es-pal-das.
La última les juro: cada vez que estoy estresada o nerviosa, me duele la panza. Cualquier cosa triste que sucede en mi vida, la panza, cada examen final, la panza, cada mala noticia, la panza. Yo le dije a la familia de mi novio: “ para mí tengo colon irritable”, “jua juaaaa” se reían todos los integrantes de la familia Ingalls. El otro día fui al médico: “¿qué tengo doctor?”, “mmmm, déjenme ver señorita, le voy a mandar a hacer unos estudios de sangre pero por lo que veo lo más seguro es que sea un colon irritable”. Y ahora, ¿qué me dicen?
“Buena David Cooperfield” debe estar pensando mi amiga de dientitos grandes. Pero son sólo las cosas que yo sabía, que yo dije, las que no me dejan en paz. Todo lo demás no me jode.


jueves, 25 de marzo de 2010

Gorda Glotona!


Eran las 10 de la noche. Acababa de terminar de comer una pechuga de pollo horrenda. No quiero parecer una desagradecida ¿pero existe en el animal algo más triste o seco que esta parte de su cuerpo? 
Me acomodé, como cualquier gorda que termina de comer: en el sillón con el almohadon sobre la panza. Estaba lista para ver ciega a citas cuando me di cuenta que no estaba realmente feliz con lo que había comido. Necesitaba algo dulce que me pudiera hacer olvidar la angustia. ¡Chocolate! pensé, me levante como un perro detrás de su huesito escondido y me dirigí al sitio prohibido-mi novio lo llama el placard de tu mama- lo que no sabe mi novio es q de vez en cuando lo compartimos jiji!
El nombre real es "secreter", ese tipo de muebles que está conformado por una puerta que se abre para abajo y queda colgando en forma horizontal. Luego tiene tres cajones debajo, los cuales se abren de forma corriente.
En ese placard siempre hay algo rico escondido, tiene una llave de la cual soy esclava. Cada vez que la agarro, se convierte en la dueña de mi mente. La muy mal nacida me dice al oído: "usaaaame, usaaaame". Se complota con el placard que me insiste con tono ya mas elevado: "abriiime, abriiiiiiiime". Y yo obviamente ¿Qué hago? Lo abro...no voy a mentir.
Pero esta vez lo mas peligroso no fueron las calorías que estaba por ingerir si no el vacío hayado. No había ni siquiera un cacao vencido. Cerré la puerta del placard con toda mi furia, le di un giro a las llaves e intente abrir el cajón de abajo para ver si por ahí mi mama había cambiado de lugar el chocolate. Pero no sólo no había nada si no que BOOM! Se me cayo la puerta del placard arriba de la nariz, directa y estrechamente. Creo que nunca grite tanto!!!
Me encontré con una raya roja y profunda en el tabique, sin chocolate y con un programa empezado.
¿Y todo saben porque? Por gorda glotona.
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miércoles, 24 de marzo de 2010

Mr Grey

¿Que es un gris?
¿Un neutro?
¿Un ni?

¿Qué hacemos las personas que no creemos en los grises?
Muchos ignorantes creen que nuestro problema simplemente pasa por desviarse a un extremo o a otro; pero la cuestión de ese maldito color esta presente cotidianamente y no nos damos cuenta.

¿Que hacemos cuando el semáforo esta en amarillo? ¿Que significa? Por que el rojo y el verde esta claro. Ahora, el amarillo es confuso... siempre hay algún necio, soberbio que contestaría: "es una señal de tránsito para que empieces a frenar". Todo muy copado pero, en un país como Argentina eso es igual a "seguí que tenes dos segundos más". Entonces algunos frenan, otros siguen y otros chocan entre sí. Todo por ese doble sentido que no es ni una cosa ni la otra.

Cuando estas a dieta y te dicen "comete un bocadito, no te hace nada" ¿imaginense si tuviera esa actitud flexible todos los días de la semana?

Sos positivo o negativo, ¿como se puede creer que algo te puede salir normal? uno o esta contento o angustiado, ¿o hay días que te despertas y decís hoy estoy de un humor estable?

hay una cosa especialmente que me irrita: cuando te preguntan si estas enamorado, ¿Qué contestas? sí o no. Que es esa contestación contemporánea: "no sé lo que es el amor", el "estoy confundido", "no sé lo que me pasa". Uno está o no está, no se puede estar en dos lados al mismo tiempo ni sentir dos cosas diferentes. No se puede querer a dos personas, para querer por igual, el de arriba nos dio una mamá y un papá (que tampoco estoy segura que sea el caso)

Sin estar muy lejos, alguien le pondría al arte de su página web, aviso publicitario, afiche, folleto, el color gris de fondo?
Sí, si trabajas para una empresa de seguros o en un banco y ya entiendo por donde viene la mano.

El "mas o menos". No hay mas o menos, bienvenidos al mundo real ¡el mas o menos no existe! es un término inventado para los que no se animan a dar una respuesta contundente.

La postura política: creo que este punto no hay que explicarlo. O no entendes nada, o entendes todo. Si no queda la otra: hacerte el pelotudo. o bancas al gobierno o no lo podes escuchar.

Y estos son sólo factores comunes, que le pueden pasar a cualquiera, los que sufrimos el sindrome del blanco o negro lo padecemos.

lunes, 1 de marzo de 2010

What ever happens, happens for a reason...

“Creo que es este el momento para escribir un libro” pensó ella. ¿qué pasa cuando no sabemos que hacer con lo único que sabemos hacer? ¿qué pasa cuando la suerte no juega para nuestro lado de la cama? ¿qué pasa con la inseguridad constante? ¿la angustia crónica? ¿la simpleza infinita de querer ser feliz?
Las ideas van y vienen, son miles de proyectos que no se concretan, voluntad interminable para errar lo indescifrable, vulnerar de todo…hasta de vos mismo.
¿Qué pasa cuando todos confían en vos menos el otro yo? ¿Qué pasa cuando los talleres son más caros de lo que cobrás? ¿Qué pasa cuando ya no pasa nada y todavía no empezaste?
Querer hacer de tu carrera una victoria es prácticamente imposible en un país donde la intelectualidad esta mal cotizada. “¿Trabajar en radio? De hobby porque no cobras un mango...” “¿Ser escritora? Cuando tengas 40 y con un segundo trabajo”
Ahora, ¿y si no quiero trabajar por hobby?¿Y si quiero hacer de la miserable escritura mi vida? El verdadero complejo sale de uno mismo…
Todo, todo es un cliché –hasta la misma palabra lo és- un artista sin obra, un arte desperdiciado por su propia industria.

martes, 16 de febrero de 2010

La convivencia me hizo odiarlo

Levanto los párpados y me veo tirada en un somier, tapada con sabanas de seda, en el medio de un loft sostenido por paredes blancas. Me siento extraña, miro por el ventanal que me muestra una terraza atrapada por enredaderas y una hamaca paraguaya. Giro los ojos y mi mirada se queda en la cocina petróleo, veo una isla y sobre ésta cacerolas de acero colgadas en un barral. Contra la pared un pizarrón con la última receta del Gato Dumas escrita con tiza. Pero lo más asombrante: está limpia. Me pregunto si seguiré dormida y aquel hogar perfecto es sólo un sueño vago que no me deja despertar. Pero definitivamente no, no es el paraíso, es mi departamento cuando él no está.
Con Pablo nos pusimos de novios un 23 de noviembre mientras recibíamos el calorcito en Buenos Aires. Estábamos realmente enamorados, se supone que lo seguimos estando. El me decía pupi y yo le decía po, ahora nadie se dice nada. La relación de novios era perfecta, hacíamos el amor, nos convertíamos en pizza y después tasa, tasa cada uno a su casa. Nos extrañábamos todo el tiempo, las horas no eran suficientes. Hablábamos por teléfono todas las mañanas, medio días, tardes, noches, no sé como no hablábamos mientras dormíamos. Nuestra dependencia era exigente, pero al mismo tiempo nos dejaba un espacio para nuestras amistades, familia y mascotas. Digamos que era una libre tendencia a elegirnos.
Cumplimos 5 años juntos, teníamos 26 años de edad y con un trabajo estable cada uno. Pablo no dudo en proponerme ir a vivir juntos, yo casi me asfixio. La verdad que la idea me aterrorizaba, ¿qué venía después? ¿vestirme de blanco? ¿parir? ¿pelearme por quien les lava la cola?
A esa edad, más cerca de los 30 que de los 20, uno quiere ir para atrás, no para adelante. Pablo no era como yo, se ve que el quería ir derechito, sin escala ni desvíos. El asunto fue que tuve que sentarlo y explicarle mis razones, porque lógicamente él no entendía como yo no quería ir a vivir con él. Pablo pareció entender que yo me acababa de ir a vivir sola, necesitaba mis espacios para crear, para madurar, para conocerme de una u otra manera. En fin toda explicación que dan los hombres cuando no quieren compartir algo con las mujeres.
Cuando yo vivía con mis padres en Palermo, Pablo vivía en Lomas de Zamora entonces se quedaba a dormir en el cuarto de al lado . Cuando me fui de mi casa (al ser hija única), me mudé a un departamento cerca de ellos, por lo tanto lejos de él. Al principio, Pablo se volvía a su casa. Después con el tiempo se quedaba en lo de un amigo de él que vivía cerca mío. Ya a lo último se traía una bolsa de dormir y me decía que se iba ir a dormir al auto. Obviamente terminó en mi cama por tres semanas, dos meses, y finalmente un año. Durante el transcurso de éste último año se fue trayendo sus cositas, insignificantes para él, un mundo para mí. Ya saben, el cepillo de dientes, calzoncillos, maquinita de afeitar, de pronto tenía un cajón que le pertenecía a él .
El loft armonioso terminó siendo mi más grande pesadilla. Se suponía que debía disfrutar la etapa de vivir sola, pero resultó ser que esa etapa nunca existió. No entiendo cuál fue el exacto momento que permití que se venga a vivir conmigo; busco, rebusco en mi mente y veo la realidad convertida pero no la construcción.
Se supone que un hombre en la casa te da seguridad, protección, compañía, ayuda doméstica por decirlo en castellano. Ahora cuando se tienen que encargar de cocinar, lavar, secar, y limpiar, son obligaciones femeninas. Y las tareas que pueden llegar a considerarse masculinas tampoco saben hacerlas. Entonces ahora no sólo vivo con un animalito inservible, sino que tengo que cocinar, lavar y secar por dos. Las lámparas quemadas me las viene a cambiar mi papá, la canilla seguiría goteando si no fuera por mi abuelo, los tornillos faltantes los repongo yo y los electrodomésticos que se rompen los llevo arreglar también yo.
No hay nada que él pueda hacer más que rascarse el higo, su única responsabilidad (obviamente individualista) es su trabajo que lo usa como excusa para no hacer nada los fines de semana. Los sábados que yo solía tomar sol, ahora tengo que ir al supermercado; y cuando vuelvo con las bolsas no me ayuda con ninguna. Lo peor es cuando vengo de algún lado pensando en todo lo que le pedí que haga y seguramente no hizo. Llego al departamento y obviamente me encuentro con que yo tenía razón, ni siquiera descolgó la ropa cuando se largó a llover. Ahí enfurezco pero guardo mi bronca por dentro, mi rencor va creciendo y un día lo voy a dejar vegetal de tantos golpes que le voy a dar.
Sus domingos son un asco, todo el día enroscado en mis sábanas con Doritos y viendo la serie “Two and a Half Men” . Parase un zarrapastroso, un vago, un Homero que huele a donas. Ni hablar de las miguitas que deja, tan minúsculas que no las puedo levantar. Mejor, si fueran grandes se las haría tragar.
Cuando salimos a comer afuera con amigos o vamos algún cumpleaños, me gustaría quedarme en el departamento y disfrutarlo por unas horas. Pero siempre me termina convenciendo de que vaya con él, ya no vamos solos a ningún lado, ¡se duplicaron todos los eventos! Si antes me molestaba ir al cumpleaños de mi tía Enriqueta, ahora tengo dos tías mal orientas y dos días para pegarme un tiro. Lo más irónico de los programas compartidos es el momento de la torta, no por la torta en sí, de hecho las tortas me enloquecen el paladar. Lo que me enferma es que cuando yo ya tengo mi pedazo, que por cierto me lo sirven siempre chico, le ofrecen un pedazo a Pablo y él muy mal nacido contesta: “no gracias comparto con mi novia”. Ahora una pregunta: ¿con qué novia? ¿qué compartís? Me la quiero comer toda y solita. Ahora ya ni siquiera puedo comer una torta sin una cuchara ajena interfiriendo en mi camino.
Las pocas charlas que tenemos empiezan con “mi mamá me dijo…” todavía no logra aislarme de su complejo de Edipo. No me banco a mi suegra y él va creciendo similar a ella, ya hasta tiene sus mismas contestaciones de vieja ingrata.
Ya no lo admiro, ya no hago el amor, ya no me fumo un porro y me río. Al final mi día más feliz de la semana es cuando Pablo se va a jugar al fútbol con los amigos, porque no me jode, porque mi hábitat vuelve a ser mío.

¿Que pierde el mundo al perderme?

Querido futuro ajeno:
No tengo tiempo para detallar el lugar donde transcurre mi guerra, lo que les puedo decir es que resultó ser un lugar muy diferente del que imaginamos. La idea romántica que me consolaba del haber sido elegido, hoy se evapora en un rodaje de un guión sin género. Si alguna vez escucharon aquella frase que dice que el perdedor no se conoce hasta el final, promete una mentira que tuve el don de descubrir. El que pierde hoy soy yo, pero mucho más pierden los que vuelven habiendo ganado. El verdadero valor de la victoria se encuentra cuando se pierde y se logra recuperar; en ese caso ninguno se irá de esta batalla con triunfo alguno. Nosotros perderemos cosas del mundo, y viceversa, es una derrota triste pero compartida. En cambio ellos sólo dejarán acá lo que no quieren volver a llevar allá.
Si esta carta cae sobre manos contrincantes, pocas son las probabilidades que trascienda y llegue a su destino. Pero si llega, quiere decir que estas pavadas tienen sentido. Hay un soldado del equipo rival, quien juega a mi favor, se llama Humberto Gamberti. Con los muchachos le decimos “chusmeti”, en realidad es un tipo vicioso: necesita hablar de los demás compulsivamente. Lo más gracioso de chusmeti, es su generosidad, a través del lugar que nos deja ocupar en su vida sin que se lo pidamos. Esta vez le voy a jugar una apuesta a Gamberti, vamos a ver cuan lejos lleva mi carta si llega a encontrarla.
La sensación de una muerte cercana, crea la misma visión de un negocio perdido. Las personas se comportan idéntico, éramos un equipo ahora sólo somos cada uno por separado. La vida es como un escenario en el que nos subimos y disfrazamos de lo que no somos, acá en el infierno no hay duda que somos todos transparentes. Es triste saber que la verdadera esencia de las personas se descubre cinco minutos antes de tener que compartir lo que alcanza para uno. Mejor no aburro más con mis decepciones, un verdadero periodista no quiere publicar las crónicas de un cobarde. Las tropas asesinas, tan asesinas como nosotros, hoy nos darán un segundo papel: el de los asesinados. Como futura víctima, lamento no haber escrito más cartas pero agradezco que este mundo injusto me pierda. Para ustedes voy a ser el que les haga recordar la adrenalina que se siente al estar vivo, pero una noticia vieja al final del día. Seré un cliché que deprima, una lástima más de un mundo aferrado a la ignorancia del sufrimiento ajeno. Pero sin saber, me pierden a mí, un loco de la guerra y un amante de la ilusión del cambio. Yo soy una de aquellas personas que pensaba que iba cambiar el mundo con palabras. Que ironía la mía, me traicioné al aceptar venir acá y cambiar el mundo con mi muerte.
La tierra la pisan tantas personas, que cada una de ellas se transforma en un punto más perdido entre la muchedumbre. Quizás yo sea un punto más para algunos, pero por seguro seré una gran perdida para otros. Sin mí, esos otros no se volverán a reír sinceramente jamás; su ánimo afectará a otros y esos otros a otros. Entonces se encontrarán aquellos a quiénes yo significaba un punto más con los que aún muerto significo todo. Todos nos cruzamos en algún interés compartido, y lo que hoy no importa mañana puede ser historia.