martes, 16 de febrero de 2010

¿Que pierde el mundo al perderme?

Querido futuro ajeno:
No tengo tiempo para detallar el lugar donde transcurre mi guerra, lo que les puedo decir es que resultó ser un lugar muy diferente del que imaginamos. La idea romántica que me consolaba del haber sido elegido, hoy se evapora en un rodaje de un guión sin género. Si alguna vez escucharon aquella frase que dice que el perdedor no se conoce hasta el final, promete una mentira que tuve el don de descubrir. El que pierde hoy soy yo, pero mucho más pierden los que vuelven habiendo ganado. El verdadero valor de la victoria se encuentra cuando se pierde y se logra recuperar; en ese caso ninguno se irá de esta batalla con triunfo alguno. Nosotros perderemos cosas del mundo, y viceversa, es una derrota triste pero compartida. En cambio ellos sólo dejarán acá lo que no quieren volver a llevar allá.
Si esta carta cae sobre manos contrincantes, pocas son las probabilidades que trascienda y llegue a su destino. Pero si llega, quiere decir que estas pavadas tienen sentido. Hay un soldado del equipo rival, quien juega a mi favor, se llama Humberto Gamberti. Con los muchachos le decimos “chusmeti”, en realidad es un tipo vicioso: necesita hablar de los demás compulsivamente. Lo más gracioso de chusmeti, es su generosidad, a través del lugar que nos deja ocupar en su vida sin que se lo pidamos. Esta vez le voy a jugar una apuesta a Gamberti, vamos a ver cuan lejos lleva mi carta si llega a encontrarla.
La sensación de una muerte cercana, crea la misma visión de un negocio perdido. Las personas se comportan idéntico, éramos un equipo ahora sólo somos cada uno por separado. La vida es como un escenario en el que nos subimos y disfrazamos de lo que no somos, acá en el infierno no hay duda que somos todos transparentes. Es triste saber que la verdadera esencia de las personas se descubre cinco minutos antes de tener que compartir lo que alcanza para uno. Mejor no aburro más con mis decepciones, un verdadero periodista no quiere publicar las crónicas de un cobarde. Las tropas asesinas, tan asesinas como nosotros, hoy nos darán un segundo papel: el de los asesinados. Como futura víctima, lamento no haber escrito más cartas pero agradezco que este mundo injusto me pierda. Para ustedes voy a ser el que les haga recordar la adrenalina que se siente al estar vivo, pero una noticia vieja al final del día. Seré un cliché que deprima, una lástima más de un mundo aferrado a la ignorancia del sufrimiento ajeno. Pero sin saber, me pierden a mí, un loco de la guerra y un amante de la ilusión del cambio. Yo soy una de aquellas personas que pensaba que iba cambiar el mundo con palabras. Que ironía la mía, me traicioné al aceptar venir acá y cambiar el mundo con mi muerte.
La tierra la pisan tantas personas, que cada una de ellas se transforma en un punto más perdido entre la muchedumbre. Quizás yo sea un punto más para algunos, pero por seguro seré una gran perdida para otros. Sin mí, esos otros no se volverán a reír sinceramente jamás; su ánimo afectará a otros y esos otros a otros. Entonces se encontrarán aquellos a quiénes yo significaba un punto más con los que aún muerto significo todo. Todos nos cruzamos en algún interés compartido, y lo que hoy no importa mañana puede ser historia.

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