martes, 15 de diciembre de 2009

ANGUS YOUNG

Nunca nadie va entender lo que yo sentía por Angus Young.
La primera ves que lo vi se esforzó para llegar a mí, y con sus ojitos me pidió que lo ayude.
Lo agarré y lo puse entre mis manos, quererlo me costó menos de lo que cuesta quererse a uno mismo.
Angus era muy pequeño, tenía la mitad del tamaño que la de sus hermanitos, todo indicaba que estaba enfermo.
La gente me decía que no me encariñe con él, pero yo no podía quedarme sin hacer nada, el me necesitaba y yo sola lo sabía.
Finalmente lo lleve a la veterinaria el problema eran los parásitos, lo estaban consumiendo por dentro.
Con paciencia y remedios logré que los bichos se alejaran de él, su ánimo mejoro e incluso empezó a comer. De noche lloraba y me despertaba, no me molestaba cuidarlo. Verlo jugar me dibujó una sonrisa inmensa en mi rostro, ¡mordía! como cualquier cachorro juguetón.
Cuando ya se encontraba estabilizado, empezó a toser, el síntoma ya no me gustaba. Mi presentimiento fue cierto: Angus tenía Moquillo.
El Moquillo es un virus el cual en la mayoría de los casos es mortal. Hay sólo un 10% que logran salvarse, mi pregunta es cuántas probabilidades existe de que Angus sea parte de ese porcentaje. Le compré un antibiótico, el cual no cura el virus pero le puede calmar la tos. Le cuesta respirar, duerme y no como nada en todo el día.
No puedo parar de mirarlo y pensar en que yo le prometí que lo iba a salvar…se que la culpa no es mía pero de todos modos me tortura la idea de que sufra.
Las personas suelen no entender mi relación incondicional con los perros, y ellos para mí son tan parte de mi vida como los humanos.
Angus es un cachorrito frágil e inocente, sólo pretende sobrevivir y pareciera que es mucho pedir.
En un mundo tan limitado yo lo encontré, ahora solo quiero salvarlo.

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